Razonamiento moral: emoción y cognición integradas

Jean Decety, Kalina J. Michalska y Katherine D. Kinzler publicaron en 2012 un trabajo sobre los patrones de activación y conectividad funcional que subyacen al razonamiento moral (como juzgar la intencionalidad de un hecho, el castigo que merece el perpetrador del mismo o los sentimientos que eso genera) en sujetos de distintas edades (desde la edad preescolar hasta la adultez temprana). Según los hallazgos de los autores, una mayor activación de sistemas emocionales se da en la niñez, mientras que en la adultez se da una mayor activación de sistemas cognitivos. El acoplamiento o conectividad funcional entre ambos sistemas crecería con la edad. Veamos más en detalle de qué trató su estudio.

Introducción
Decety et al. comienzan su trabajo citando que es controvertido el hecho de si la emoción es la fuente de los juicios morales (Huebner et al. 2009). Quizás, apuntan los autores, un razonamiento moral maduro puede basarse tanto en la emoción como en los procesos cognitivos responsables de representar e integrar la información acerca de las intenciones, creencias y resultados de la acción.

Objetivo
Decety et al. se propusieron estudiar el rol de la emoción y la empatía en el desarrollo de la cognición moral a lo largo de distintas edades, utilizando resonancia magnética funcional (RMf), seguimiento de la mirada y evaluación comportamental de escenarios moralmente "cargados".

Decety et al. justifican su estudio diciendo que, tradicionalmente, el razonamiento moral ha sido considerado como un producto del desarrollo gradual de procesos y deliberaciones cognitivas (Kohlberg, 1984), pero que investigación más reciente ha mostrado evidencia de que los procesos conscientes deliberativos sólo explican una parte del alcance moral humano. Además, los comportamientos empáticos que surgen temprano en el desarrollo podrían también ser motivados por la emoción o preocupación por el bienestar de los otros. Por eso, la relación entre emoción, empatía y moralidad es importante y necesita ser investigada.

Decety et al. citan que el trabajo en la década pasada en la investigación en neurociencia afectiva y cognitiva ha permitido identificar una red de regiones cerebrales implicadas en la cognición moral (Young, 2011). Ellos sugieren que esta literatura puede ser dividida en: emociones morales, teoría de la mente y razonamiento abstracto. Además, sugieren que a partir de los estudios de pacientes con lesiones y los estudios de neuroimagen, se indican roles específicos para la corteza prefrontal ventromedial (CPFvm), la corteza prefrontal (CPF) medial, la corteza cingulada anterior (CCA), la ínsula, la amígdala y el surco temporal superior posterior (STSp) en la cognición moral.

Método
Ciento veintiséis sujetos (62 mujeres) entre 4 y 37 años (grupos de edad: 4-7, 8-12, 13-17, y 18-37 años) participaron en este estudio.

Previo al estudio, Decety et al. crearon y validaron una serie de estímulos visuales dinámicos que representaban transgresiones morales y no morales. Cada estímulo dinámico consistía en tres fotografías digitales a color, que se presentaban de manera sucesiva para implicar movimiento. Los estímulos hacían parte de una de cuatro categorías en un diseño factorial 2 (objeto: gente que era herida / objetos que eran dañados) por 2 (intención: intencional / accidental) y representaban lo siguiente:
  1. Una persona hiriendo a otra persona intencionalmente (persona intencional PI)
  2. Una persona hiriendo a otra persona sin intención, accidentalmente (persona no intencional PNI)
  3. Una persona rompiendo un objeto intencionalmente (objeto intencional OI)
  4. Una persona rompiendo un objeto sin intención (OSI).
  5. Basal: Gente en interacciones sociales normales, sin infligir dolor o daño (acciones, p. ej., una persona entregándole un cuaderno a otra).
El diseño del paradigma de RMf fue mixto (bloque/relacionado a eventos) en un escáner de 3 Tesla. Durante la sesión de escaneo se registró la fijación de la mirada de los participantes, así como la dilatación de las pupilas.

Después de la sesión de RMf a los participantes se les mostraron los mismos estímulos (en orden aleatorio) que vieron en el escáner y se les pidió calificar si la acción llevada a cabo por el perpetrador en el vídeo fue intencional o no. Después se les pidió responder a un conjunto de 5 preguntas que evaluaban el juicio moral, usando una escala análoga visual de computador, de rango 0 a 100. Las preguntas fueron diseñadas para evaluar la preocupación empática por la víctima, la incomodidad personal con la situación, el entendimiento del estado mental del perpetrador y la evaluación moral del hecho.

Decety et al. realizaron un análisis de interacción psicofisiológica (PPI, por las siglas del inglés Psychophysiological interaction) para estimar la conectividad funcional entre una fuente (CPFvm) y regiones de interés "blanco" (o target; amígdala y STSp) durante la observación de acciones morales vs. no morales que implicaban personas. El análisis de PPI evalúa la hipótesis de que la actividad en una región cerebral determinada puede explicarse por la interacción entre la presencia de un proceso cognitivo y la actividad en otra parte del cerebro.

Resultados
Decety et al. no encontraron correlaciones significativas entre las evaluaciones disposicionales de empatía [empatía basal de la persona] y las medidas hemodinámicas (de RMf) o fisiológicas (dilatación pupilar); aunque a medida que incrementaba la edad, también aumentaba el conocimiento de la habilidad de manipular las emociones de otros.

Con respecto al seguimiento de la mirada (eye tracking), Decety et al. encontraron que los participantes miraban significativamente por más tiempo al objetivo o blanco (persona u objeto) de las situaciones dañinas que al agente o perpetrador de cada condición [ver método]. Cuando los participantes miraban a la persona que estaba siendo herida, no se observó un efecto importante de la intencionalidad (con intención o accidental).

Por otra parte, los investigadores observaron significativamente mayor dilatación pupilar en respuesta a situaciones que mostraban daño intencional (versus accidental), sin importar el blanco (persona u objeto), aun después de controlar por la iluminación de los diferentes estímulos.

Con respecto al entendimiento de la intención, en el 86,7% de los ensayos todos los participantes, sin importar la edad, respondieron correctamente si una acción era intencional o no. La precisión fue más alta para las condiciones intencionales (93,1%) que para las no intencionales (80.3%). De manera interesante, no se encontraron efectos de la edad.

El tipo de intencionalidad percibida, sin importar el objeto de la acción, estuvo asociada con un incremento significativo en la señal hemodinámica en: 
  • Amígdala
  • Polo temporal
  • Sustancia Gris Periacueductal (GPA)
  • Corteza prefrontal ventromedial (CPFvm) 
  • Ínsula
  • Giro frontal medio
  • Surco temporal superior posterior (STSp) / Unión temporo-parietal (UTP) derecho
  • Surco intraparietal en ambos hemisferios

Adicionalmente, 
cuando los participantes veían a las personas ser heridas intencionalmente versus accidentalmente, los investigadores observaron una respuesta hemodinámica mayor en:
  • Amígdala
  • Ínsula
  • CPFvm
  • STSp

Los cambios relacionados con la edad se observaron en un subgrupo de estas regiones cuando los participantes veían daño intencional (versus accidental) hacia personas:
  • Entre más jóvenes los participantes, mayor la actividad en la sustancia gris periacueductal, los polos temporales, la amígdala y la ínsula derecha.
  • Entre mayores los participantes, mayor la actividad en la CPFvm.

En acuerdo con estudios previos sobre desarrollo, estos resultados confirman que la percepción de intencionalidad no varía con la edad (al menos entre los 4 y 37 años) y, como lo predijo el equipo de investigadores, la respuesta neural al escenario con carga moral en la ínsula y la amígdala en niños pequeños no es debida a las demandas de procesamiento de información intencional en sí misma, sino probablemente al contenido moral.

En relación con las respuestas empáticas, todos los participantes reportaron sentirse más tristes o enojados cuando observaban daño intencional (en oposición a daño accidental). 

De igual forma, reportaron sentirse más tristes o enojados cuando veían que una persona era herida, que cuando un objeto era dañado. Este reporte se relacionó además con la respuesta hemodinámica: entre más enojados los participantes, mayor la respuesta neural en la amígdala derecha y en la corteza obitofrontal (COF) medial cuando se veían personas que estaban siendo heridas que cuando se veían objetos que estaban siendo dañados.

Con respecto al entendimiento del estado mental y las evaluaciones morales, Decety et al. encontraron que a lo largo de todas las edades los participantes reportaron el daño intencional como algo significativamente "más malo" (o moralmente equivocado) que el daño accidental, independientemente del objeto de la acción. 

Los participantes también calificaron el daño que se hacía a una persona como significativamente "más malo" que el daño que se hacía a los objetos, independientemente de la intención. Los juicios acerca de qué tan equivocada era una acción no difirió entre las edades

La calificación de qué tan mala o equivocada era una acción pudo predecir la calificación de "castigo merecido" (por el perpetrador) en todos los escenarios. 

Además, entre más fuera una acción evaluada como más equivocada, mayor era la actividad en la ínsula derecha, los polos temporales, el giro frontal inferior y la CCA. Y, entre más castigaran los participantes a alguien por una acción, mayor era la actividad en la COF y el hipocampo derecho

A lo largo de todas las edades los participantes reportaron que castigarían a los agentes de daño intencional más que a los agentes de daño accidental y  que castigarían más a los individuos que herían personas que a aquellos que dañaban objetos.

Con respecto a los análisis de PPI
  • En la infancia temprana la sustancia gris periacueductal mostró mayor conectividad funcional con la CPFvm durante las aciones de juicio moral (intencionales) que durante las acciones no morales (no intencionales). 
  • En el grupo de infancia media (8-12 años), dicha conectividad se dio con el STSp izquierdo, la amígdala izquierda, el giro temporal inferior izquierdo y el giro fusiforme izquierdo
  • En el grupo adolescente (13 a 17 años), la conectividad funcional se dio con la amígdala (bilateral) y la corteza cingulada media
  • En el grupo adulto (18 a 25), se dio en la amígdala (bilateral), en el STSp/UTP derecho y en el lobulillo parietal superior

La comparación entre grupos mostró una diferencia significativa (p < 0,05) entre el grupo de infancia temprana y el grupo adulto en la conectividad entre la CPFvm y la amígdala, reflejando una integración funcional incrementada entre estas dos regiones en adultos.

Discusión
En primer lugar, teniendo presente que la pupilometría provee un índice confiable de activación autonómica, en este estudio se encontró que el incremento en el tamaño de la pupila estuvo asociado con una potenciación específica en la actividad hemodinámica de la amígdala derecha, el STSp y la corteza cingulada media anterior, una región que juega un papel central en un "sistema general de 'saliencia'" que tiene que ver con el monitoreo corporal, la activación emocional, la selección de respuestas y la orientación esquelo-motora del cuerpo.

Todos los participantes, independientemente de su edad, fueron capaces de diferenciar correctamente las acciones intencionales de las accidentales. En cada uno de los grupos de edad, percibir daño intencional (versus daño accidental) sobre personas se asoció con un incremento en la activación en regiones sensibles a la percepción, predicción e interpretación de las acciones e intenciones de otros (tal como el STSp/UTP derecho), así como regiones que procesan las consecuencias afectivas de estas acciones (los polos temporales, la ínsula, la CPFvm y la amígdala). Particularmente, la respuesta de la amígdala fue mayor cuando los participantes veían acciones intencionales que dañaban a personas que cuando el daño a éstas era accidental. Entre más reportaran los participantes enojarse por la gente que estaba siendo herida (versus objetos que estaban siendo dañados), mayor era la actividad en la amígdala. 

De manera interesante, escriben los autores, mientras que las calificaciones comportamentales de los participantes en cuanto a sentirse enojados al observar gente que estaba siendo herida no cambió con la edad, sí se detectó una disminución hemodinámica significativa (con la edad) en la amígdala, los polos temporales, la ínsula y la sustancia gris periacueductal (regiones implicadas en el procesamiento emocional). En otras palabras, la señal (de activación) de dichas regiones es mayor en edades tempranas, disminuye rápidamente hacia la infancia y adolescencia temprana y se vuelve asintótica en la adolescencia tardía, hacia la adultez.

Los patrones de conectividad funcional entre la corteza prefrontal y la amígdala fueron más fuertes durante la percepción de escenarios cargados moralmente (daño intencional) que en los de daño accidental (independiente del objeto)

Los participantes más mayores mostraron coactivación significativa entre la CPFvm y la amígdala durante la acción intencional (en comparación con la no accidental) sobre personas. Por su parte, los niños más pequeños sólo mostraron co-variación significativa entre la sustancia gris periacueductal y la CPFvm.

Adicionalmente, los participantes adultos mostraron una conectividad mayor entre la CPFvm y el STSp/UTP mientras veían acciones morales (relativas a acciones no morales) que los participantes más pequeños, sugiriendo cambios del desarrollo en la integración funcional dentro del sistema de "mentalización" (o capacidad de leer la mente o entender las intenciones del otro).

Conclusiones
  • El razonamiento moral implica una integración compleja entre emoción y cognición que cambia gradualmente con la edad
  • Los cambios del neurodesarrollo pueden verse claramente en estructuras implicadas en la relevancia emocional (amígdala e ínsula), con una disminución gradual con la edad.
  • La actividad en las regiones media y ventral de la CPF, que están conectadas recíprocamente con la amígdala y que están implicadas en la toma de decisiones y la evaluación, incrementa con la edad. 
  • Tales regiones se vuelven funcionalmente más acopladas, también con la edad.

Decety, J., Michalska, K.J., Kinzler, K.D. (2012). The Contribution of Emotion and Cognition to Moral Sensitivity: A Neurodevelopmental Study. Cerebral Cortex, 22 (1), pp. 209-220.


Comentario
Bueno, este fue el artículo de hoy. Personalmente, los resultados de los estudios de fMRI (o resonancia magnética funcional) en general me parecen bastante difíciles de interpretar. Uno, porque son demasiadas áreas en juego (casi que todo el cerebro) para mantener "en mente" y poder uno formarse una idea de qué sentido tiene todo eso. Dos, porque uno tiene que asumir que tales áreas están implicadas en tales procesos, sólo porque se "activaron" ante ciertas tareas específicas (en cierta medida, aleatorias o arbitrarias) que miden esas funciones (pudiendo haberse debido a otras funciones o no estar siempre presentes en ese proceso). Y tres, porque las "activaciones", por definición y comprensiblemente, provienen de comparaciones (o sea que con qué se compare cambiará las "activaciones"). En todo caso es lo que tenemos hasta ahora... 

De cualquier manera, este estudio nos muestra que el razonamiento moral es un proceso complejo que involucra tanto procesos cognitivos como procesos emocionales. Específicamente, procesos cognitivos como el establecimiento de la responsabilidad de una acción (intencionalidad vs. accidentalidad) y procesos emocionales como el sentimiento de empatía hacia una persona sobre la que se realiza un acto malo y el sentimiento de incomodidad hacia un hecho intencional y negativo. Aunque transversalmente, el estudio muestra que ciertas regiones cerebrales cambian con la edad, tanto en activación como en acoplamiento funcional.

Muchas preguntas nos deja este estudio: ¿qué pasa con los dilemas morales o cuando hay que tomar la decisión entre lo "bueno" o "malo" de un hecho, es decir, si los resultados hubieran sido los mismos con situaciones de responsabilidad ambigua? ¿Cómo se da en realidad el desarrollo (pues este estudio no es longitudinal) del razonamiento moral? La activación de la amígdala por hechos con intencionalidad clara, ¿se debe a la rabia o enojo que le genera al observador lo que está viendo o a la empatía hacia quien recibe el daño? ¿Cómo es la direccionalidad de la relación entre amígdala y corteza prefrontal ventromedial, o sea, cuál activa o inhibe a cuál? ¿Son todas esas áreas parte de una red de "decisión moral" o están señalizando distintos aspectos de la situación observada? En fin, creo que deben responderse muchas preguntas antes de que sepamos con mayor exactitud o certeza cómo se desarrolla el razonamiento moral en los seres humanos.


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